19 de Marzo, 2024
En algún momento de nuestra vida, todos hemos sentido que el mundo nos da vueltas, quizá por alguna alteración en el sistema vestibular de nuestro oído. En ese caso no estamos sintiendo un mareo, sino vértigo.
De acuerdo con el Dr. Antonio Soda Merhy, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, el vértigo se diferencia del mareo en que es una “sensación de rotación de los objetos que vemos o de nosotros mismos” y el mareo “es una sensación de inestabilidad acompañada de malestar general y ganas de vomitar”.
Soda Merhy señaló que nuestro cuerpo se mantiene en equilibrio gracias a tres sistemas:
Cuando hay una alteración en uno de estos tres sistemas o sentidos, se puede desencadenar el vértigo.
El vértigo normalmente es transitorio. Pero cuando es recurrente, es necesario consultar a un especialista, el otorrinolaringólogo, con el fin de identificar si el vértigo es de origen periférico o central y, a partir de allí, determinar el subtipo.
Cuando hablamos de un vértigo tipo periférico, hacemos referencia a uno de duración corta, pero intensidad muy alta. Se acompaña de náuseas, vómitos, sudoración, dolor de oído y distorsión de los tonos escuchados.
Entre los subtipos de vértigo periférico se encuentran el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB), “que es la forma más frecuente de vértigo periférico y suele aparecer como consecuencia de ciertos cambios en la posición de la cabeza, como al inclinar la cabeza hacia adelante o hacia abajo”; la neuronitis vestibular, que es causada frecuentemente por un virus que daña el nervio vestibular; y la enfermedad de Ménière, “un trastorno del oído interno, que puede incluso llevar al deterioro de la audición”.
El vértigo será de tipo central si es insidioso, dura varios días y el dolor es leve. Dentro de los síntomas encontramos trastornos motores o de la sensibilidad, afectación de pares craneales y signos cerebelosos.
Para saber qué tipo de vértigo tiene el paciente y qué tratamiento ha de seguirse, el doctor deberá efectuar una serie de pruebas. De acuerdo con Soda Merhy, se llevan a cabo procedimientos que contemplan el movimiento involuntario de los ojos o la caída de los dedos; además, se realizan la prueba de Romberg —que permite detectar trastornos de la coordinación, del movimiento y del equilibrio— y una prueba de marcha, para descartar que el paciente tenga alguna tendencia involuntaria a desviarse hacia un lado al caminar.
También se le pide al paciente que se realice un examen otoneurológico, únicamente para hacer mucho más preciso el diagnóstico. Esta evaluación se compone de las siguientes pruebas:
Para revertir el vértigo se puede optar por medicamentos o por seguir una rehabilitación por medio de ejercicios.
Los ejercicios “buscarán una estimulación al sentido vestibular”, por lo que básicamente irán dirigidos a “hacer movimientos con la cabeza, los ojos y las manos”. El paciente los puede hacer de pie, preferentemente, o acostado.
En cuanto a las medicinas, el dimenhidrinato (un antihistamínico) contribuye a crear una eficacia antivertiginosa, mientras que los anticolinérgicos reducen la reacción a la estimulación vestibular. También se recomiendan antivirales, antidopaminérgicos y vasodilatadores.
Finalmente, el experto universitario pidió a quienes sufren de vértigo no automedicarse y asistir cuanto antes al médico para tener un diagnóstico y tratamiento adecuado.